30
de julio de 2012
A mi querida Fuerza
Aérea
Enviada
por Carlos Bertens Uthemann, General de Aviación
Como hombre de armas, debo lealtad a mis
superiores, especialmente a mis subalternos, y en forma muy particular a ti; y
el honor, debe guiar todos mis actos. El 14 de abril recién pasado, no fueron
leales conmigo, y afectaron profundamente mi honor.
Cuando ingresé a tu Escuela, hace ya 39 años,
pospuse los intereses superfluos, y abracé un ideal superior: decidí servir a
mi patria a través tuyo, y dar mi vida por mi país, si fuese necesario. Para
que eso tuviese sentido, tú me educaste, me entrenaste, me enseñaste los
valores y principios que fortalecieron mi espíritu y dieron rectitud a mi vida.
Entre ellos, me enseñaste sobre el honor y la lealtad.
Crecí en tu interior, muchos camaradas de
todos los grados fueron mis instructores, me fueron enseñando lo que hoy sé, y
me dieron las herramientas para llegar a ser lo que soy: un hombre de valores y
principios, los que han regido mi vida y mi relación con todas las personas.
Ello, junto al desinteresado y permanente
compromiso y esfuerzo de todos los que trabajaron conmigo, permitió que como
grupo humano alcanzáramos todas las metas que se nos fijó, además de las metas
y desafíos que nosotros mismos definimos. Dentro de ese proceso, te dediqué
tiempo y esfuerzo, para, a través tuyo, servir a mi patria; tiempo que dejé de
estar con mi familia, sobre todo en momentos difíciles, tal como muchos de mis
camaradas.
La permanencia de cada uno de nosotros en tu
interior, no es para siempre. Desde que ingresé, supe que algún día debería
retirarme, y cada día que pasaba, sabía que ese plazo se acercaba. Pero he
terminado en una forma que no me la esperaba; que no me la merezco, ni tampoco
se la merecen los que me acompañaban. Después de toda una vida de dedicación,
de trabajo, de esfuerzo, de lealtad, de compromiso, mi carrera no debió
finalizar de esta manera.
Se me imputaron hechos graves, constitutivos
de delito contra el deber y el honor militar, según el Código de Justicia
Militar, y se afectó a mi honra, mi crédito y mi aprecio como persona. Ello no
sólo tuvo impacto en mí, al recibir el retiro absoluto e inmediato de tu seno,
equivalente a la pérdida del estado militar, sino también mi familia y mis más
cercanos se vieron tremendamente afectados. Afectó también a todos aquellos que
trabajaron conmigo, aquellos que creyeron y confiaron en mí, y veían en mi
persona un líder a quien seguir.
Fui difamado y calumniado públicamente; mi
nombre y mi fotografía fueron portada y artículo en todos los medios de prensa,
y llegué a ser motivo de todo tipo de comentarios en los medios de comunicación
masivo; en las redes sociales se me trató con bajeza y en forma denigrante,
trato que definitivamente ni yo ni mis camaradas nos merecemos.
Esperé pacientemente que aquellos que me
agraviaron, tuviesen un mínimo gesto hacia mi persona y mi familia. Hasta la
fecha, eso no ha pasado.
Por ello, hoy estoy triste, muy triste. Por
los mismos principios y valores que aprendí, y en especial por el honor y la
lealtad que te debo a ti y tu gente, y a mi familia, y después de un profundo
análisis, me he visto en la obligación de tomar una decisión que puede dañarte.
Esto duele, duele mucho, pero el no hacerlo sería ser desleal y deshonesto
contigo, con mis camaradas y conmigo mismo.
Es por esa razón que he tomado la decisión de
demandar a quienes resulten responsables de las injurias y calumnias en contra
de mi persona. Serán los Tribunales de Justicia, en sus distintas instancias,
los que deberán resolver de acuerdo a lo que manda la Ley.
Situaciones como la que me ocurrieron, no
deben suceder nunca más. Ninguno de tus miembros puede actuar de esa forma, y
nadie tiene por qué aceptarlo. El precio que tú, mis camaradas y yo estamos
pagando por ello, te ha debilitado en lo más profundo de tus cimientos.
“Camaradas, Camaradas en la vida; Camaradas en
la vida y en la muerte. No olvidemos que tu Gloria se ha prendido en el avión”
Carlos Bertens Uthemann
General de Aviación
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